El otro día me monté en un carro público en el asiento delantero camino a mi casa y me topé con este ingenio del dominicano... No me había dado cuenta del fresquesito que sentía en la cara hasta que comenzó a llover y tuve que subir los cristales del vehículo... Es un alivio para el tremendo calor que se suele pasar dentro de un carro público en nuestro país... Yo siempre he dicho que el dominicano se las ingenia ante cualquier situación... Aunque este no es el primer vehículo de transporte público que he visto con aire de abanico... ajajajajaja
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