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11 de septiembre de 2006

De pLaya*

Hay días en los que sin importar lo imposible que parezcan nuestros sueños, estos se hacen realidad.
Puede ser que tan solo sea la simple idea de imaginarlo, saborearlo, o casi tocarlo con la punta de los dedos, lo que nos permite aproximar lo que nos depara el destino.

A lo mejor esto ocurre muy a menudo y no nos percatamos; a menos que lo que necesitemos en el momento, sea de extrema urgencia.

Por el momento, ayer lo único que deseábamos, tal vez, por el intenso calor del verano y el día tan radiante, era un rico chapuzón en la playa.

El único inconveniente, era que no teníamos un centavo encima. No obstante, esto NO importó, pues, no solo apareció quien nos llevara, si no que lo demás no fue tan relevante. Un traje de baño es lo de menos.

Quien lo diría…

Una tarde corta, pero relax en Playa Guayacanes…

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