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25 de septiembre de 2007

El Origen del Restaurante.


QUIÉN INVENTÓ EL RESTAURANTE?, he aquí una de esas preguntas que los norteamericanos llaman "del millón de dólares". Depende, claro, de lo que se entienda por restaurante, porque figones y casas de comidas siempre los hubo.

Si para que una casa de comidas merezca el calificativo de restaurante necesita tener una carta, entonces ya los había en el imperio romano, porque en las excavaciones de Pompeya se ha encontrado un local en cuya pared había escrita con carboncillo la frase: "Habemus in coena pernam". Esto es: "Hoy tenemos jamón para cenar". Ahora, si hace falta un maître, la palma de la gastronomía elevada al cubo se la lleva, como en tantas otras cosas, China.

El funcionario imperial Meng Yuanlao anota en su diario, en el año 1120, una curiosa y detallada descripción de casas de comidas en la ciudad de Kaifeng, populosa capital de la dinastía norteña Song. En estos establecimientos, los gastrónomos descontentos podían quejarse al maître; y si éste encontraba justificada la crítica, maldecía al camarero culpable, le reducía el jornal o incluso le despedía.

A mediados del siglo XVIII las tabernas normalmente, eran el lugar donde se reunían rufianes, desocupados y aquellos que deseaban evadirse de sus miserables vidas bebiendo.


En Europa no hubo restaurantes de verdad hasta que la Revolución Francesa decapitó a casi todos los aristócratas con suficiente fortuna para tener a su servicio grandes cocineros. Éstos, al verse sin empleo, decidieron abrir sus propias casas de comidas, primero en París y luego en otras capitales europeas, poniendo así a disposición del público más adinerado el arte culinario que hasta entonces había estado a la exclusiva disposición de sus linajudos amos.

En Francia y también en España, las tabernas solo podían vender vino. Hasta que un un día un negociante se le ocurrió la idea de ofrecer a sus feligreses algo que calentara sus estómagos y los reforzara cuando el vino les llevaba a situaciones límite una estrategia de poder vender mas vino y hacer mas atractivo su negocio.





Este Hombre casi desconocido se llamaba A. Boulanger, o en español A. Panadero.

A. Boulanger, abre un negocio de bebidas en París, en la calle Des poilies, poniendo como reclamo en su puerta un fragmento del evangelio que decía así: “Venite ad me ommes qui stomadnus laboratis et ego vos restaurabo”.


No eran muchos los parisinos que en el año de 1765 sabían leer francés y menos aun latín, pero los que podían sabían que Monsieeur Boulanger, el propietario, decía: Venid a mí todos aquellos cuyos estómagos clamen angustiados que yo los restauraré.


Esta frase se hizo famosa muy pronto y más adelante la palabra restaurabo con algunas modificaciones fue sinónimo de lugar donde se forjan comidas elaboradas.

La palabra quedó asociada de un modo tan estrecho a la actividad desarrollada, que la palabra “Restaurant” se conservó como tal en países como Francia, Inglaterra, Alemania, Dinamarca y Noruega; se modificó levemente a “Restoran” en Rusia; en España y Portugal se utilizó “Restaurante” y en Polonia “Restauracio”.

La Real Academia Española registra en su diccionario las palabras "restaurante" y "restorán".

“Restaurante" es el participio pasivo del verbo "restaurar", pero de hecho ambas se utilizan para designar un establecimiento donde se vende comida para ser consumida en el mismo lugar. Aunque ambas palabras provienen del vocablo francés "restaurant", que se pronuncia "restorán", lengua de la cual llegan al Castellano, su raíz primigenia es latina, pues derivan del verbo "restaurare", que en ese idioma significa "restablecer", "renovar", "reparar", "reconstruir", en el sentido de volver algo a su estado anterior.

El restaurante de boulanger, champs d'odiso, cobraba unos precios lo suficientemente altos como para convertirse en un lugar exclusivo en el que las damas de la sociedad acudían para mostrar su distinción. Mucho fue el esfuerzo llevado a cabo por Boulanger quien debió esperar más de veinte años para alcanzar el éxito con su comercio ya que los otros comerciantes viendo peligrar sus negocios y creyendo que Boulanger se extralimitaba en la oferta pactada por todos, lo denunciaron a las autoridades, los cuales ordenaron el cierre, abriendo sus puertas después de ganar un juicio contra el gremio de taberneros.

En este sentido, más de quinientas casas de comida habían abierto sus puertas para 1804 solamente en París, todas ellas inspiradas en la idea de Boulanger.

Este proceso, a su vez, se vio favorecido por el hecho de que, antes de la Revolución de 1789, los castillos y mansiones aristocráticas de Francia contaban con grandes y sofisticados equipos de cocina. Sin embargo, al caer el Antiguo Régimen, muchos jefes de cocina y cocineros desempleados abrieron sus propios restaurantes o fueron contratados por un nuevo grupo de pequeños empresarios: los restauradores.

Aunque lamento decirles que en la carta de este primer restaurante solo se servía un solo plato, sopa de patas de ovejas cerdo en salsa blanca. Un humilde principio para lo que es hoy todo un arte.


A modo de conclusión

Resulta interesante conocer el origen del restaurante debido que de la mezcla histórica que lo recubre, creo que lo más importante es la herencia que nos dejaron... La posibilidad de contar, en la actualidad, con estos espacios donde acudir cuando necesitamos "restaurarnos" y disfrutar de gratos momentos.

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