Insoportable es el calor que arropa la noche.
Gotas sudorosas transpiran por mi piel intentando en vano refrescar su textura casi marchita.
Once Treinta de la noche, veinte y siente grados de temperatura, dice la voz tosca de un hombre maduro por teléfono.
Siento como si se absorbiera completamente mi habitación, mientras doy revuelcos entre las sabanas de aquí para allá, desvelada, sin poder hacer nada más que esperar que pase, que entibie sola la mañana.
Niña ingreida, que piensa que puede doblegar tus deseos innatos. Desvelada y mal acostumbrada, sin conciliar el sueño nueva vez.
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